jueves, 3 de octubre de 2013

La vida nos llena de preguntas. A veces tienen respuestas, a veces no. Los grandes momentos, encuentros y pasiones de la vida están llenos de dudas.
Cuando llega el momento de enfrentarte a algo, ya sea para bien o mal, creemos que ya tenemos pensadas todas las respuestas o que ya contestamos todas nuestras preguntas, creemos estar listos. Y en ese momento recién caemos en la cuenta de lo que estamos viviendo: reaccionamos. Pero cada vez surgen más y más preguntas que no tenemos el valor a analizarlas y responderlas.
Ante un problema, buscamos la solución con preguntas: "¿por qué hice eso?, ¿tan mal estuve?, ¿le pido perdón?, ¿qué pasa si no arreglo esto?, ¿tiene solución?".
Dejate sorprender por la vida y sus preguntas. Por más que le busques respuestas coherentes y lógicas, siempre te va a terminar dando otra completamente diferente que te voltea.
En la vida siempre sabemos a dónde vamos pero no a dónde llegaremos. Entonces, si es así, ¿cómo vamos a poder dar una respuesta concreta y certera de la realidad?.

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