domingo, 22 de diciembre de 2013

Me odio por dar siempre lo mejor de mi, por darlo absolutamente todo y llegar a encontrarme con las manos vacías y un puñado de lágrimas.
Siempre aferrándome a lo que por defecto debería alejar de mi, siempre tan colmada de recuerdos, siempre tan mía.
Me odio a veces por perdonar lo que razonablemente es imperdonable, por estar vacía de orgullo cuando es tan necesario, por fallarme a mi misma cuando rompo las promesas que me hago.
Me odio por herirme.
Conozco a ciegas mis miedos, mis límites, lo que es capaz de dejarme rota y lo que me ayuda a salir ilesa de la caída más grave.
Me conozco.
Me odio, si, pero me quiero mucho más por ser así. Por no ser capaz de fingir lo que no soy, por serme sincera cuando me encuentro vacía, por llorar cuando algo me duele. Por saber querer.
Por saber pedir perdón y saberme perdonar, por ganarme todo lo bueno que tengo a día de hoy.
Me quiero, me quiero mucho.

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