lunes, 25 de julio de 2011

La vida no se ha hecho para comprenderla, sino para vivirla.

De mi pasado aprendí, a no bajar los brazos, a no tirar la toalla, antes que la lucha acabe.  Que hoy te caes, sufres, lloras, gritas, pero te levantas más fuerte y más duro que antes.
Aprendí, que aún en las circunstancias más adversa, puedo elegir. Que soy yo la única artífice de mi destino, no existe ni la suerte ni las casualidades, solo el trabajo duro, y la fuerza de enfrentar a cada día, con lo que éste trae.
Aprendí, que aunque el miedo te paralice, aún así estás tomando una decisión, que es la de evitar a lo que le tememos. Que nuestra vida, no es otra cosa, que la consecuencia, de las decisiones tomadas , y a lo mejor, no siempre tome la decisión correcta, pero la tome, ya que Dios me dio, libre albedrío para elegir, el no tiene la culpa de lo que me pasa.
Aprendí a revisar aquellas decisiones mal tomadas, y a entender, que era lo mejor que podía hacer en ese momento. Pero hoy, hoy puedo cambiar esa decisión.
Aprendí, que el timón de mi vida esta en mis manos, y no de la suerte o del cielo. Que Dios me ayuda y me cuida, pero la decisión de que camino tomare es mía.
Aprendí a no llorar, sobre lo que ya no puedo modificar. A no enojarme y llenarme de energías negativas.
La vida es como un bumerang, todo lo que a ella le damos, nos regresa, si alguien nos lastimó, ya no me lleno de venganza y de odio. Como dice el refrán: “Siéntate en el cordón de la vereda, tarde o temprano, verás pasar el cadáver de tu enemigo”.
Aprendí, que la verdadera justicia, viene de arriba, y que la justicia del hombre, es imperfecta, porque el hombre en si es imperfecto.
Hoy reviso, cada decisión que he tomado, y si la decisión que tome no fue la mejor para mi, pues vuelvo a elegir, pero aprendiendo de mis errores. 
Quizás a esto se le llame, madurez, quizás solo sea una forma de ver las cosas...

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